Los procesos de licitación de servicios de limpieza en Facility Management están migrando de enfoque centrado puramente en el coste hacia modelos más completos que valoran calidad, sostenibilidad y resultados medibles. Los compradores FM buscan, cada vez más, contratos que reduzcan riesgos, mejoren la experiencia de ocupantes y apoyen objetivos ESG, sin perder control sobre costos y, obviamente, el cumplimiento de los contratos.
Así pues, las comisiones de compra están poniendo el foco en una combinación de experiencia, solvencia y capacidad técnica. Si bien el precio sigue siendo importante, cada vez más contemplan otros factores como:
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- Capacidad operativa y escalabilidad: calidad de la organización, dotación adecuada, planes de continuidad y gestión de picos de demanda.
- Gestión de la calidad: presencia de auditorías periódicas, procesos de mejora continua y uso de KPIs específicos (p. ej., niveles de limpieza o tiempos de respuesta a incidencias).
- Referencias y casos de éxito: evidencia de resultados en entornos similares (oficinas, hospitales, centros educativos) y pruebas de cumplimiento normativo.
- Seguridad y cumplimiento: formación del personal, trazabilidad de productos y gestión de residuos.
La subrogación de personal ha dejado de ser un aspecto que requiera largas explicaciones en los procesos de compra. El cambio está en cómo valoran ahora la capacidad de la adjudicataria para integrar y optimizar a ese equipo desde el primer día. Empresas como Limcamar convierten este reto en una ventaja competitiva, evaluando desde el inicio a cada persona para determinar si requiere formación, motivación, mayor responsabilidad o un seguimiento específico, alineando así al conjunto con los objetivos del contrato. Esta gestión proactiva del talento heredado se ha convertido en un factor diferenciador en contratos donde la calidad y la continuidad del servicio pesan tanto como el precio.
Asimismo, la sostenibilidad ya no es un añadido, sino que se ha convertido en un requisito esencial. Entre otros, aspectos como unos objetivos claros de reducción de CO2, certificaciones como ‘ecolabels’ reconocidas, o el uso de productos de limpieza con bajo impacto ambiental se han convertido en requisitos indispensables a la hora de optar a una licitación.
Y con todo esto, cabe integrar la automatización porque ya no es algo futurista. Robots fregadores autónomos, sensores de ocupación para limpieza por demanda e incluso la Inteligencia Artificial está integrada en las rutinas para predecir necesidades de limpieza, ajustar recursos y anticipar incidencias. Por lo que, incluir requisitos tecnológicos en el pliego permite garantizar eficiencia, trazabilidad y transparencia.
Claro que para los responsables de compras sigue siendo una prioridad que se cumpla todo lo estipulado en los contratos, de ahí que se exijan acuerdos basados en resultados, no solo en actividades.
En este sentido, los SLAs (Service Level Agreement o Acuerdos de Nivel de Servicio), más solicitados, suelen incluir una buena velocidad de respuesta y resolución de incidencias, es decir, tiempos definidos para atención a emergencias, incidentes y peticiones de los ocupantes. También se valora la frecuencia y calidad de las limpiezas, con estándares de limpieza por área (superficies, suelos, ventanales) y con métricas medibles y auditorías periódicas. Por supuesto, el consumo y eficiencia, a través de la monitorización del uso de recursos (agua, electricidad, productos), con metas de reducción y reportes transparentes. La seguridad y bienestar de la plantilla es otro de los aspectos valorados, a través del cumplimiento de protocolos de higiene, formación y certificaciones del personal, especialmente en entornos sensibles (sanidad, educación). Así como la transparencia y reportes, con acceso a dashboards de rendimiento, informes de KPIs y auditorías, con revisión trimestral.
Para proveedores como Limcamar, empresa experta en licitaciones de servicios de limpieza con delegaciones en todas las provincias españolas, la clave está en convertir métricas en evidencia, mediante casos de ahorro energético, optimización del servicio con mayor seguimiento, mejoras en la experiencia del usuario y cumplimiento ESG.
En definitiva, las licitaciones priorizan resultados sostenibles, transparencia y calidad percibida por el cliente. Ofrecer propuestas con SLAs claros, objetivos de reducción de CO2 y certificaciones de sostenibilidad, respaldadas por datos de rendimiento, permitirá a los licitantes diferenciarse y competir con ventaja.
Para Limcamar, el enfoque más idóneo pasa por demostrar impacto medible en coste total, experiencia del usuario y cumplimiento normativo, apoyado por una estrategia de sostenibilidad robusta y soluciones de monitorización fiables y tecnificadas.